La edición 64° del Festival de Cosquín que acaba de concluir demostró que se puede hacer un festival en el que convergen muchos estilos musicales, sin abandonar el concepto de mostrar un abanico federal de música popular.
Más allá de cualquier gusto (y esta vez sí, hubo para todos los gustos), las últimas nueve lunas tuvieron de forma pareja todos los días momentos artísticos de altura, y -esto hay que destacarlo-, fue un acierto de los programadores, quienes supieron coordinar en cada noche mucho de lo que estuvo sonando y agotando tickets durante el año, como el caso de La Delio Valdez); con números que el público viene pidiendo y otros a los que se les debía el escenario (como Paz Martínez o Suna Rocha)
Por supuesto que, como todo evento de semejante envergadura, hubo deslices, que – sobre todo- se percibieron en las últimas lunas. Números salidos de la nada, que no han tenido ni siquiera feeling con el público que, absorto no entendía qué estaba pasando por el escenario.
¿Por qué resaltar este detalle negativo para lo bueno que estuvo el festival? Porque no se trata solo de un festival: Cosquin es el lugar donde converge buena parte de la cultura popular que todo el año se prepara para entregar un producto de nivel, ya sea música, poesía o danza. Donde hay un certamen de nuevos valores de un nivel superlativo – que en los próximos años, según dicen promete ser internacional- donde prima la excelencia y donde no hay lugar para a improvisación.
Si bien la situación económica del país no permitió que la masividad cope la cuidad, – se han visto muchos claros en la platea y en las peñas poca gente, a pesar de la oferta interesante que tenía cada espacio con su estilo-, lo cierto es que aunque aún no están los números definitivos, la plaza estuvo colmada algunas noches.
Y como esta cronista afirmó en otras oportunidades, el festival falló en la comunicación y la relación con los periodistas acreditados, que no solo se vieron impedidos de trabajar normalmente, sino que además sufrieron destrato. En la era de la comunicación, no puede pasar por alto este detalle, en este festival.
Más allá de estos deslices (que por pocos no son menos importantes), hubo momentos dignos de ser recordados en esta edición, y aquí la lista, que por supuesto es de opinión personal.
Los himnos: La interpretación del Himno Nacional Argentino a cargo de Franco Luciani y Victoria Birchner, y el Himno a Cosquín, con La Callejera y las voces de Ariel Andrada, Mery Murúa y Maria Fernanda Juarez yarreglos de Marco Cordero. Voces femeninas, talentos e hijos dilectos del festival: Franco y La Callejera. El Ballet oficial interpretando “Bety”, en honor a la bailarina Argentina Betinotti.
El arranque con historia y tradición: Las Voces de Orán le imprimieron la dosis justa de emoción y pulso folklórico a la primera luna: la mejor elección
El homenaje a Marcelo Simón: imprescindible, imposible no nombrar y recordar, a uno de los pilares del festival (y el folklore) y la voz más entrañable. Las palabras a cargo del poeta y escritor Pedro Patzer
La palabra de los poetas en la voz de poetas: cada noche uno de ellos leyó un texto de un par.
La renovación de la conducción del festival: Marcelo Iribarne y Maia Sasovsky, le han cambiado el estilo acartonado a las ediciones pasadas. Esto no quiere decir que sean mejores ni peores. Es un estilo distinto, que le hacía falta al festival. Marcelo con su conocimiento y estilo coloquial y suelto y Maia con su espontaneidad, creo que son la mejor elección, y un buen equipo con Claudio Juarez
Mujeres adelante: Cantoras con diferentes estilos, pero una idea común: el mensaje en las canciones, y en la elección de repertorio. Victoria Birchner, Sofia Assis, Lucrecia Rodrigo, Lucía Ceresani, Soledad, La Bruja Salguero, Suna Rocha, Milena Salamanca, Silvia Lallana, Paola Bernal y Yamila Cafrune. La juventud y sencillez de Maggie Cullen como la nueva generación que sabe hacia dónde va musicalmente.
El homenaje a Martín Paz de los integrantes de Destino San Javier junto a Nahuel Pennisi y El Indio Lucio Rojas. Acoplándose al recuerdo que otros como Facundo Toro o el Chaqueño que también elevaron el recuerdo del compositor y cantor santiagueño
Orellana Lucca, y Peteco Carabajal con Riendas Libres: Sentir santiagueño, canciones nuevas, musicalidad y temática entrañable y emotiva, y clásicos que llegan en el momento en que la platea ya está encendida, para emocionar. Peteco demostró que el arte está por encima de todo, y que sus canciones hablan por sí mismas.
Facundo Toro plantándose como el gran showman de los festivales, levantando a la platea con sus canciones y homenajeando a su padre Daniel, con una zamba que lo autoriza a cantarla siempre, y que repitió junto a Diego Torres, en el punto ms alto y emotivo del cantante y actor en la séptima luna
El eterno festejo de Los 4 de Córdoba que cada cinco años celebran trayectoria, aunque no dejan de sorprender: esta vez con muchos invitados, entre ellos una de cal y una de arena: Luis Landiscina y su lucidez, y Wilkins y el derrape fuera de contexto.
Los clásicos populares, que nunca faltan y que siempre traen muy buena venta de tickets y cierres a toda fiesta: El Chaqueño Palavecino, Los Tekis, Los Nocheros, El Indio Lucio Rojas y Abel Pintos, Los Palmeras, y Sergio Galleguillo
La Delio Valdez, Ariel Ardit y Diego Torres con diferentes intensidades y géneros que hacen a Cosquin el verdadero sentir Latinoamericano, que serán recuerdo y -seguramente- regreso para próximas ediciones
La Juntada. Uno de los números más esperados de esta edición, que convocó a muchísimos nostálgicos del cuarteto que hace veinte años formaron Raly Barrionuevo, Peteco Carabajal y Coplanacu (Roberto Cantos y Julio Paz) y que todavía, a través de los años tiene el poder de convocar y emocionar. Incluso, más allá de los individualismos, y de los éxitos personales. La Juntada se vio como lo que fue: un grupo de músicos que suman talentos y amistad. Química absoluta sobre el escenario y hacia afuera, con la gente
Pedro Aznar, Victor Heredia y Raly Barrionuevo: Cantautores arriba para deleitar con el compromiso y el verdadero sentido de la canción.
Premiados: El armonicista Lucio Taragno, oriundo de Casilda Santa Fe, fue el elegido para llevarse el galardón de la revelación. Su actuación estuvo en concordancia con la excelencia de todos los seleccionados en el Pre Cosquin.
Las consagraciones de José Luis Aguirre y Ahyre, compartida y merecida para ambos artistas. El Chuncano con una deuda de consagración que por primera vez fue por partida doble, llevándose también el premio de la Asociación de Cronistas de Folklore, mientras que Ahyre, se llevan el premio a viña del Mar, donde representaran a la Argentina en la edición del Festival Internacional chileno
Ausencias: Jorge Rojas, que tiene un proyecto nuevo para esta temporada y decidió no estar en Cosquín. Y Nadia Larcher, una figura que representa a muchísimos otros artistas independientes a los que les falta demostrar cuan grandes son sobre el escenario de Cosquin. Como muestra, Nadia fue invitada por Maggie Cullen para cantar en su presentación “La Humpa”, de Atahualpa Yupanqui, haciendo honor al dueño del escenario.
La palabra “cultura” y todo lo que representa en este momento, en el aire. Casi todos los artistas sobre el escenario, mencionaron o refirieron a la necesidad de revalorizar la cultura, y respetarla.
PDS