Hay un cambio no menos importante en la distribución de las lunas y los artistas de este Cosquín. Hasta la anterior edición, cada luna tenía una identidad, una temática y un nombre, y en ese sentido, los artistas eran los referentes de cada noche. Este año, la lista de artistas de cada noche es libre. Una grilla sin ataduras ni consignas, que en lo que va del festival, devuelve una sorpresa tras otra.
Al igual que esa forma desestructurada que moviliza ahora Cosquín, Raly Barrionuevo sube al escenario sin saber qué va a cantar, según dice, aunque hay una cierta línea editorial entre sus canciones. Pero a pesar de esta forma de presentarse y elegir repertorio en el minuto a minuto, siempre tiene un as en la manga. Se rie de lo que dice y hace, y su forma histriónica de moverse habla de un cierto nerviosismo positivo, ansiedad de no decir lo que viene, pero imaginarlo.
Pudo ser ese himno interpretado en el piano, y el coro de la gente (decime si no te acordaste del mundial), pudo ser los invitados Maggie Cullen, Demi Carabajal y Colo Vaconcellos (”hay muchos amigos detrás del escenario, así que algo vamos a hacer), pudo ser su regreso a cantar con los Ayhre, o la frase del principio: «Nuestra cultura es lo que nos mantiene con memoria y con futuro». Algo de eso estuvo en el inconsciente de Raly, y por suerte, lo llevó a cabo
Acaso esa presentación haya sido el corolario para otra noche para el asombro: la emoción de Víctor Heredia al ser ovacionado y sus canciones, que dicen mucho más que mil palabras; Pedro Aznar, que llegó a Cosquín hace unos años cantando folklore, y ahora puede darse el lujo de hacer sus canciones y salir del género y entrar cuando quiere. Cita a Peteco, y canta «Perfume de Carnaval»; Maggie Cullen y ese arranque como Violeta y con Violeta, y esa voz distinta, dignificando la voz femenina, e invitando a la gran ausente en los últimos Cosquines: Nadia Larcher.
Y más: Generaciones distintas y una misma emoción: Grupo Vocal Argentino y Gustavo Chazarreta, y tres Pre Cosquines, uno ganado y dos en carrera: Priscilla Ortiz, la bellísima canción inédita, “Remolinos” de Juan Blasco y Ramalazo, el cuarteto de malambo que la rompió por todos los rincones de la plaza.
El cierre, con Ayhre. ¿Qué más decir de esta banda que camina siempre con la excelencia a cuestas. Que se sube a cantar canciones y arreglos propios, y que hace explotar la Plaza?
Que una vez más, pasó una luna para el recuerdo